Imagen de archivo de una menor abrazando a su madre en la escuela.

Imagen de archivo de una menor abrazando a su madre en la escuela. iStock

Historias

Casi un 21% de los niños tiene problemas de salud mental en España: el vínculo con los adultos, clave para evitarlos

Para evitar los trastornos, en auge desde 2020, los expertos piden potenciar elementos del bienestar y que los padres revisen su inteligencia emocional.

19 abril, 2024 01:49

La salud mental de la población ha empeorado desde la pandemia, pero mucho más en la infancia y la adolescencia. Estudios de 2022 calculan que los trastornos de salud mental en los menores españoles habían aumentado un 47% en apenas dos años. Otros más recientes sitúan en un 20,8% los niños y adolescentes que sufren algún tipo de problema, con la ansiedad como el más común entre los pequeños y la depresión en los mayores.

El Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, que conforman la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), publicó un estudio hace dos años en el que se situó en un 59% el aumento en los comportamientos suicidas de menores con posterioridad a la COVID-19. Esto mismo ya era la segunda causa de muerte más común para su franja de edad, solo por detrás del cáncer.

No es un fenómeno exclusivamente de España, ya que la OMS calcula que al menos un 13% de las personas con algún tipo de enfermedad mental son menores de 19 años. En nuestro país precisamente desde 2022 existe un Plan de Acción de Salud Mental que finaliza este mismo 2024 y previsiblemente será renovado y actualizado el año que viene. 

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Los expertos están pidiendo ahora dos cosas: prevenir incrementando los factores de bienestar, en lugar de centrarse en los de riesgo, y ser conscientes de que adultos con mala salud mental tendrán más difícil ayudar a menores con mala salud mental.

¿Ha empeorado la salud mental?

“Lo que podemos deducir de los estudios es que la salud mental de la infancia y la adolescencia actualmente es mala, pero que sea peor, igual o mejor no se puede asegurar”, explica Alicia Álvarez, profesora del grado de Psicología de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y directora asistencial y de investigación de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona. 

La experta aclara que anteriores generaciones “no teníamos tantos datos o los manuales de diagnósticos no contemplaban algunas patologías. Y si no está en los manuales, no se detecta. La estadística puede decir que hace 15 años no se daban casos de una enfermedad mental, pero en realidad puede significar que entonces no se le ponía nombre”. 

Álvarez ha sido una de las ponentes en las jornadas Retos y soluciones en la salud mental de los menores celebradas por la UOC el pasado 4 de abril con motivo del Día Mundial de la Salud, que fue el pasado día 7, y que en este 2024 se ha dedicado a la salud. Unas conferencias en las que los profesionales del sector han pedido “cambiar el punto de partida”, explica la psicóloga. “Huir de la patologización y centrarnos en el bienestar emocional, es decir, en actuar antes o independientemente de que exista un trastorno de salud mental”. 

Adolfo Jarne, profesor de Psicopatología por la Universidad de Barcelona y uno de los organizadores de las jornadas, añade que "es difícil saber medir, pues el bienestar emocional es algo altamente subjetivo". Y añade: "Aunque las condiciones físicas y sociales en general han mejorado respecto a las generaciones anteriores, el bienestar emocional depende solo en una parte de ello”.

Álvarez indica que, por ejemplo, en ámbitos como el suicidio se está intentando virar las formas de actuación. La conducta suicida no suele tener una sola causa y sus factores de riesgo suelen ser muy diversos y actuar combinados, nunca de manera aislada. “Las nuevas investigaciones buscan identificar los factores de protección y favorecerlos, para crear un cambio real y a mejor en las vidas de las personas”.

El principal escollo del enfoque basado en el bienestar emocional es que ni los mismos expertos se ponen de acuerdo en qué significa exactamente, lo cual dificulta su evaluación. Para la experta de la UOC “podríamos hablar de establecer las condiciones adecuadas para que los niños se desarrollen bien, no esperar a que pase algo para intervenir. Tener una sociedad, unas familias, unas escuelas y unos espacios de ocio que sean favorables al bienestar”.

Adultos sanos, menores sanos

Sobre esto, Álvarez parte de la base de que las condiciones que pueden provocar problemas como la ansiedad o la depresión pueden ser externas la propia pandemia, la pérdida de un familiar, etc., y, por tanto, no hay forma de evitarlas, ni para niños o adolescentes ni para mayores.

“¿Por qué te resfrías o coges una gripe? Puedes abrigarte o lo que sea, pero hay un punto en que los virus están en el ambiente y te vas a contagiar. Trabajar por un entorno sano de bienestar emocional es el equivalente a cuidar tu organismo para que esté fuerte y sano, con un buen sistema inmunitario, y cuando llegue el virus, lo notes menos”, resume.

Parte de este trabajo, apunta, viene en la revisión de los adultos. “¿Cuántos de los mayores, de la generación que ahora tenemos más de 30 años, creemos que hemos tenido una correcta educación emocional? Si le preguntas a 10 personas de 10 lugares diferentes de España y diferente grado de formación que te identifiquen las emociones básicas del ser humano, igual ninguno las sabe decir. ¿Qué inteligencia emocional podemos enseñarles a los menores si nosotros no la tenemos?”.

Por eso, las jornadas de la UOC han pedido no caer en alarmismos. Por ejemplo, relativizando el papel de los móviles o las redes sociales en las depresiones o ansiedades, ya que hay tantos estudios a favor como en contra de que tengan algún impacto, y los casos de adicción reales son muy pocos. Adolfo Jarne, por ejemplo, valora que “las tecnologías no son ni buenas ni malas, ni ayudan ni perjudican. Todo depende del uso que se haga de ellas”. Lo principal sería entender el mundo de los menores “y escucharlos”

“Si la mayoría de los psicólogos o educadores tenemos de 30 para arriba, ¿qué sabemos de cómo piensa o siente una niña de 9 años, por ejemplo, si no se lo preguntamos? Porque yo puedo intentar acordarme de cómo era con esa edad, pero inevitablemente lo voy a filtrar por mi experiencia actual, que no es la de ella”, apunta Alicia Álvarez. 

Un menor necesita establecer vínculos seguros con su adulto de referencia. Tiene que sentir que hay un cuidador que está disponible de manera incondicional, y necesita estabilidad”, desarrolla la experta. “Es importante establecer límites o ayudarlos a mejorar, pero sabiendo adecuarlo a sus etapas de desarrollo. Y sobre todo, que sepan que hagan lo que hagan, se porten mal o saquen malas notas, van a seguir siendo importantes, y el adulto va a estar ahí para ellos”.